Ya estoy llegando mamita
no estés triste, pronto voy.
Estoy contenta en tu pancita
no tengo apuro, muy bien estoy.
Quiero abrazarte y darte un beso
yo soy el fruto de vuestro amor
y con papito aprenderemos
los tres juntitos a compartir
todo aquello que nos preocupe
y que hoy día te hace sufrir.
Soy pequeñito, soy indefenso
quiero sus mimos para vivir
en ese mundo que no conozco
y que habremos de compartir.
Hay dos pequeños tesoros que son mi gran ilusión,
son dos lindas hermanitas, hijas de mi hijo mayor.
Alegres y revoltosas, llenan toda mi vida,
me hacen reír sus dicho, son mis nietas queridas.
Una se llama Lucía, que por ser la mayor,
cuida mucho de Analía, que aun no tiene dos.
como un canto a la vida sus voces para mi son,
y cuando ellas se ríen hasta lloro de emoción.
Recorrió todo buscando donde cobijarse y en la puerta de una casita que parecía abandonada se acostó.
A la mañana siguiente un chirrido lo despertó; un niño, con cara de sueño aún, abrió la puerta.
Miró al chanchito con simpatía, le acarició la cabeza y le sonrió.
Buen día amigo, dijo el chanchito y sacudió su colita.
¿Quieres jugar al futbol? preguntó el niño, y entró corriendo a buscar una pelota.
Detrás de la casa, en un campito se pusieron a jugar.
Pablito, que así se llamaba el niño reía y se divertía mucho al ver los esfuerzos del chanchito.
Día a día, este fue aprendiendo y el niño jugaba cada día mejor.
Un día pasó por allí el Sr. Plata, los vio jugando y los invito a ir a trabajar a un circo, pero no quisieron, prefirieron seguir como estaban, pero el Sr. Plata insistía y cada tanto volvía por allí ha hacerles distintas propuestas.
Hasta que un día Pablito cansado de la insistencia de aquel hombre le dijo: "Sr. nosotros somos felices así como vivimos, tenemos todo lo que necesitamos, nos queremos, nos protegemos y compartimos todas las cosas lindas y feas, estamos bien".
Pero el Sr. Plata, seguía ofreciendoles cosas, dinero, fama, etc.
Entonces el chanchito ya cansado le pregunto: "¿Que va a pasar con nosotros cuando ya no podamos jugar así, nos enfermemos o estemos viejitos? ¿Acaso nos van a cuidar? ¿y nuestra liberta a donde se irá?"
El Sr. Plata quedó callado, los miró y un tanto asombrado, pensó en su vida y les dijo: "tienen razón, sigan así" y se fue.
A los dos o tres días otra vez, los amigos vieron venir al señor y tuvieron ganas de esconderse para no volver a escuchar todas aquellas historias, pero como eran muy pacientes decidieron escucharlo.
Pero ¡que sorpresa! ¿saben a caso que les dijo esta vez? "He pensado mucho en todo lo que me dijeron, si me permiten, si me aceptan, quisiera vivir aquí y compartir todo esto".
Los amigos se miraron asombrados, hablaron entre ellos un poquito y entonces abrieron la puerta de su casita al señor, desde ese día los tres compartieron aquella sencilla pero hermosa forma de vivir.
]]>Ruli la ovejita vivía en Tacuarembó.
Había pasado un invierno con mucho frío. Las lluvias eran continuas y los vientos habían soplado muy fuerte durante muchos días, tan fuerte que los árboles se doblaban, perdían sus frutos y sus ramas se quebraban.
Ruli se cobijaba en aquel viejo galpón donde Flo, su dueña y amiga le llevaba todos los días su comida calentita y el agua.
Jugaban un rato, hasta que Flo tenía que ir a dormir.
Por fin llegó la primavera, Ruli había trabajado mucho y tenía la lana muy larga, por eso cuando iba al campo a jugar se le prendían los abrojos a su cuerpo.
se acercaba el verano y el calor aumentaba día a día, entonces Ruli le dijo a Flo: "cortame la lana que tengo mucho calor y yo solita no puedo hacerlo".
Flo le pidió a su mama unas tijeras y la esquiló.
Contenta la ovejita le dijo a su amiga "con esta lana quiero que te hagas un buzo bien abrigado, así el próximo invierno no pasas frío".
Flo, lavó la lana, le dió color y luego tejió el buzo más lindo que te puedas imaginar.
Un día de golpe y sin aviso volvió el frío, mucho pero mucho frío y como aún era verano a la ovejita aún no le había crecido la lana.
Temblaba pobrecita y lloraba bee, bee, bee que voy a hacer, me voy a enfermar.
Flo la oyó, corrió a buscar el abrigo que había tejido y se lo llevó a su amiga; se lo puso, prendió un fuego y le hizo un té bien calentito para entibiarla. Se quedo un rato haciéndole compañía hasta que estuvo bien.
Después durmieron muy contentas las dos soñando con poder jugar al sol al otro día.
¡Que lindo ejemplo de amistad nos dieron Ruli y Flo!
¿Te animas a ser como ellas?
Ilustración tomada de Sernac Niños
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La lombrícita perdida
a la manguera llamó
le dijo mamá querida
y a su cuerpo se enroscó.
La lombrícita contenta
enseguida preguntó
¿Porqué si tu eres tan grande
tan chiquitita soy yo?
Tu madre está durmiendo
debajo de aquel malvón,
yo soy una manguera
que alguien se olvidó.
Jugaban a la escondida,
en medio de aquel jardín
y la manguera mojaba
a su amiga la lombriz.
Te voy a contar una historia que me sucedió cuando era chiquito.
Al volver de la escuela y entrar en casa sentí algo extraño. Miré hacia todos lados pero no vi nada raro, todo estaba tranquilo y en su lugar; así que me fui a mi dormitorio. Cuando iba a tirarme en la cama para mirar la televisión otra vez un cosquilleo recorrió mi cuerpo.
¿Alguien me miraba? ¿donde estaba? Revisé rincón por rincón, miré hacia la ventana, debajo de la cama y aún dentro del ropero, pero no encontré nada.
Entonces decidí acostarme. Cuando me senté en la cama ¡Hay Hay Hay! ¡Hay Hay Hay! Alguien estaba allí y yo me había sentado sobre el.
Me paré de un salto y antes mis ojos apareció un duende.
Vestía todo de azul ¿o no? cambiaba continuamente de colores, verde, rojo, amarillo, celeste, ...
- ¿Quién eres? le pregunté, muy asombrada por sus continuos cambios.
- Soy el duende de los colores y vengo a pedirte ayuda. Mi casa se inundó y toda mi familia está allí, pero además todos los colores quedaron atrapados bajo el agua y el mundo va a quedar gris.
- ¿Qué puedo hacer por ti? le dije.
- Necesito salvar a mi familia y rescatar los colores
- Bueno, se lo diré a mi papá.
- ¡No por favor! esto es un secreto entre tu y yo.
Me senté entonces y me puse a pensar.
Busqué entre mis juguetes un barquito, un hilo, un alfiler de gancho y un pedazo de manguera.
- Súbete al barquito, le dije entonces a mi nuevo amigo. Te llevaré por el agua hasta tu casa y así salvarás todo; yo tiraré con fuerza de este hilo y los traeré hasta aquí.
- ¡Genial! exclamó y de un salto se subió.
Lo condujo con cuidado y con un remo hecho con una cucaracha llegó hasta donde estaba su familia. Subieron todos al barquito y yo tiré y tiré hasta que estuvieron a mi lado.
- ¡Gracias, muchas gracias! me dijo, pero aún estaba muy triste.
- Paciencia pequeñin, ahora que todos están a salvo haremos el resto.
Puse la punta de la manguera dentro de la casa y empecé a chupar con fuerza, hasta que el agua comenzó a salir; salió un poquito, pero el barro la obstruyó y no salió más.
- Pensemos otra cosa, dijo.
- ¡Ya sé! le contesté, súbete, nuevamente al barquito y con esta cuerda ata todas las vasijas, cuando todo esté pronto tiraré con cuidado y salvaremos los colores.
Así lo hizo, con mucho esfuerzo, pero lo consiguió.
Entonces tiré lentamente y una a una fueron saliendo las vasijas de los colores.
Me dio un beso muy grande y se fueron muy rápido, se acercaba la mañana y tenían que tener terminado su trabajo para cuando saliera el sol. Habían nacido y hojas nuevas y aún estaban descoloridas. ¡Ah! se me olvidaba, también tenían que pintar un Arco Iris así:
Ilustraciónes tomadas de:
Duende: saotomedasletras
Arco Iris: Concurso de Dibujo Infantil Grifols
En medio de aquel follaje
la lechuza miraba con atención
ese raro forastero
que en la selva se escondió.
Caminaba en cuatro patas
no era cebra, ni ciervo
tenía orejas largas
pero no tenía cuernos.
Yo soy un burro perdido
que a la selva llegó
cuando estalló la tormenta
y mi dueño se cayó.
Busca pronto el camino
que te lleve a tu hogar
que el tigre está escondido
y te quiere agarrar.
Muchas gracias lechucita
tu consejo seguiré
buscaré entre los arboles
y el camino encontraré.
Ilustración tomada de Dianne Vetromile
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Una manzana quería brillar
ser la más linda, de aquel lugar.
Estaba pálida pues no había sol,
con tinta roja se dio color.
Vino la lluvia, lavó su cara
quedó muy verde y avergonzada.
De la vergüenza se puso roja,
y la manzanita quedó preciosa.
Pero un gusano a ella llegó,
le hizo un agujero y se durmió.
Otras manzanas menos preciosas,
crecieron sanas y muy jugosas.
Ilustración tomada de Texas WIC (Clase de bocadillos buenos para los niños)
]]>Los cuentos son de una ternura y un contenido impresionante, les recomendio comenzar leyendo Conociendo el peligro, este cuento me pareció estupendo y es un excelente ejemplo de las cosas que ya se encuentra por allí.
Espero que ustedes los disfruten tanto, como los estoy disfrutando yo.
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Era el perro viejo y dormilón,
no salía de noche ni seguía al ratón.
Tenía pocos dientes, casi no veía,
pasaba durmiendo de noche y de día.
Llegó una perrita coqueta al jardín,
y él despertó con cara juvenil.
Fueron a pasear, luego se casaron,
formaron familia y cachorros llegaron.
El perro no duerme, ni tampoco yo,
con tanto ladrido hay mucho alboroto.
Ilustración tomada de Blanco y Negro
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En el arca de Noé, la jirafa se subió
y por ser la más alta, de vigía trabajó.
Un ave que allí estaba, contaba lo que veía
como era un lorito, a Noé lo repetía.
La cola del cocodrilo que era ancha y muy larga,
servía como timón y el arca guiaba.
Con la trompa el elefante, sacaba el agua que entraba
el león rugía muy fuerte para avisar que pasaban.
Todo el mundo cooperaba, mientras llovía y llovía,
así Noé y sus amiguitos, pasaron cuarenta días.
Ilustración tomada de PianetaScuola
]]>convocado por:
20minutos.es
En aquel plato
estaba la sopa
se cayó adentro
una pelota.
En la tacita
llevaba el té
me tropecé
y lo derramé.
Desde ese día
no se que hacer
si se le ocurre
digalo usted.
Cuando yo era chiquitita me gustaba ir a jugar a casa de mi abuelita. Vivía en una casita con un gran jardín lleno de flores.
Adentro era muy cálida y llena de rincones donde jugaba a esconderme, pero lo más lindo era el fondo. Allí habían gallinas, pollitos y un gran gallo. También tenía frutales, pero ninguno tan lindo como aquel manzano.
Yo disfrutaba mucho cuando florecía y más aún cuando se llenaba de aquella ricas y jugosas y frescas manzanas verdes.
Pero un día, un hombre saltó el alambrado para robar manzanas y en su intento quebró una gran rama.
El viejo árbol que no podía defenderse y no podía llorar, se enojó tanto y tanto que de pronto ¡qué maravilla! sus manzanas quedaron rojas, muy rojas, igual que tu carita cuando te enojas. Y desde ese día las manzanas cambiaron de color para siempre.
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La luna era tan finita
casi no se podía ver
un gigante en el cielo
se la quería comer.
Del susto se quedó roja,
miró angustiada a la Tierra,
para pedirle su ayuda
un gigante iba a comerla.
La Tierra brindó su sombra
y a la Luna ocultó,
el Gigante no entendía,
donde esta se escondió.
Miraba hacia todos lados,
no la podía encontrar,
solo estrellas en el cielo,
brillando en la oscuridad.
La Luna por unas horas,
no se quiso asomar,
ahora brilla como nunca,
en el cielo sobre el mar.
Ilustración tomada de Roberto Lazo
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