Marzo 14, 2007
Pablo y el chanchito
El chanchito había engordado tanto en los últimos meses que no podía entrar en su casa, pasaba mucho frío de noche y no podía dormir.
Recorrió todo buscando donde cobijarse y en la puerta de una casita que parecía abandonada se acostó.
A la mañana siguiente un chirrido lo despertó; un niño, con cara de sueño aún, abrió la puerta.
Miró al chanchito con simpatía, le acarició la cabeza y le sonrió.
Buen día amigo, dijo el chanchito y sacudió su colita.
¿Quieres jugar al futbol? preguntó el niño, y entró corriendo a buscar una pelota.
Detrás de la casa, en un campito se pusieron a jugar.
Pablito, que así se llamaba el niño reía y se divertía mucho al ver los esfuerzos del chanchito.
Día a día, este fue aprendiendo y el niño jugaba cada día mejor.
Un día pasó por allí el Sr. Plata, los vio jugando y los invito a ir a trabajar a un circo, pero no quisieron, prefirieron seguir como estaban, pero el Sr. Plata insistía y cada tanto volvía por allí ha hacerles distintas propuestas.
Hasta que un día Pablito cansado de la insistencia de aquel hombre le dijo: "Sr. nosotros somos felices así como vivimos, tenemos todo lo que necesitamos, nos queremos, nos protegemos y compartimos todas las cosas lindas y feas, estamos bien".
Pero el Sr. Plata, seguía ofreciendoles cosas, dinero, fama, etc.
Entonces el chanchito ya cansado le pregunto: "¿Que va a pasar con nosotros cuando ya no podamos jugar así, nos enfermemos o estemos viejitos? ¿Acaso nos van a cuidar? ¿y nuestra liberta a donde se irá?"
El Sr. Plata quedó callado, los miró y un tanto asombrado, pensó en su vida y les dijo: "tienen razón, sigan así" y se fue.
A los dos o tres días otra vez, los amigos vieron venir al señor y tuvieron ganas de esconderse para no volver a escuchar todas aquellas historias, pero como eran muy pacientes decidieron escucharlo.
Pero ¡que sorpresa! ¿saben a caso que les dijo esta vez? "He pensado mucho en todo lo que me dijeron, si me permiten, si me aceptan, quisiera vivir aquí y compartir todo esto".
Los amigos se miraron asombrados, hablaron entre ellos un poquito y entonces abrieron la puerta de su casita al señor, desde ese día los tres compartieron aquella sencilla pero hermosa forma de vivir.
Escrito por hijos en: Marzo 14, 2007 10:16 PM | TrackBack